COSTA RICA Santa María

Costa Rica, pionero en la introducción del café a finales del siglo XVIII, se convirtió en el primer país centroamericano con una industria cafetalera establecida. En la década de 1820, el café se consolidó como una exportación agrícola de gran importancia económica. La creación de la asociación ICAFE (Instituto del Café de Costa Rica) en 1933 marcó un hito crucial, destinada a fomentar el desarrollo agrícola y comercial del café costarricense.

ICAFAE, financiado por un impuesto de exportación del 1.5% sobre todo el café costarricense, juega un papel esencial al garantizar que los agricultores reciban el 80% del precio FOB("free on board", el punto en el que los riesgos de propiedad y precio se transfieren del agricultor/ vendedor al comprador). Costa Rica ha forjado una sólida reputación por sus cafés suaves de alta calidad. La diversidad en los métodos de beneficio y, por ende, en los perfiles de sabor, ha distinguido a Costa Rica entre otras naciones cafetaleras.

Enclavada entre cordilleras en la vertiente del Pacífico, la región de Tarrazú, santuario de aves y bosques, es reconocida por producir algunos de los mejores cafés. Representando casi el 35% de la producción total de café en Costa Rica, Tarrazú destaca por altitudes de 1,200 a 1,900 metros que generan perfiles de café excepcionalmente complejos.

Luís Anastasio Castro, conocido como Tacho, ha sido un pionero en el modelo de micro beneficio, sirviendo como ejemplo para otros productores en Costa Rica. Su finca Juanachute en la región de Los Santos, con una parcela en Santa María de Dota, cultiva café utilizando el proceso Red Honey. Este método implica la recolección manual de cerezas en su punto óptimo de maduración, seguido de una fermentación de 48 horas antes de despulparlas con agua. Los granos, secados en parihuelas elevadas durante 25 días con el mucílago adherido, resultan en un café con características únicas, una expresión auténtica de la dedicación y la innovación de la familia Castro en la producción de café de alta calidad. Además, la familia no solo está comprometida con la calidad del café, sino que también contribuye al desarrollo local mediante iniciativas educativas, como el programa de educación barista en la escuela secundaria local. Este café es más que una bebida; es una narrativa que se extiende desde la rica historia cafetalera de Costa Rica hasta los esfuerzos contemporáneos por preservar y mejorar la calidad de este apreciado grano.